Mi viejo, aquel que no es viejo, pero la historia le pesa, sólo 44 años lleva consigo y ya pareciera que son el doble.
De pequeña solía ver a aquel jóven hombre como el más guapo, el más fuerte, el más inteligente, candidato perfecto para ser mi "primer novio", y lo fue, porque para mi suerte, él me econtraba la niña más linda y la más inteligente, asi es que no pasó mucho tiempo para que se conviertiera en mi gran amado.
Según mis recuerdos, así partió la mejor relación, él me leía los cuentos de la escuela, y aquellos que él consideraba necesarios leer, me cantaba... o pretendía hacerlo. Al salir de la escuela, entre las mamás que esperaban a sus criaturas yo hallaba a mi papá, solía correr hacia él, me llenaba de alegría verlo ahí, porque sabía que eso significaba dar un paseo en bicicleta. Llegabamos a casa y mi mamá ametrallaba con las preguntas típicas, ¿cómo te fue?, ¿qué hiciste hoy?, ¿traes tarea?, tras el interrogatorio, venía otra de mis felicidades, mi tazón con Milo, y mi eterno relato de todo lo que hice en la escuela, incluido lo malo, jamás pude esconderles nada.
Pasaron los años y los sistemas laborales y económicos cambiaron radicalemente, papá trabajaba más, lo veia menos, y mamá tuvo que salir a trabajar también, por lo que "el contrato de exclusividad" entre ellos y yo, había acabado. Pero me sentía feliz, porque ambos me dieron la tarea de ocuparme como hermana mayor, de las dos pequeñas que acompañaban mis días.
Aun así, las conversaciones eternas con mi papá, jamás cambiaron, esta vez, eramos tres pequeñas a su alrededor oyendo sus historias, las de jóven, la de aquel que corría escapando de alguna bala con destino a nada.
Hoy ya no es mi novio, pero es mi mejor compañero, ya no me acomodo en sus piernas, ni compartimos Milo, si no, un cigarro, ahora es mi viejo, con el que converso, con el que debatimos, con el que nos enfrentamos, con aquel hombre que no dice lo feliz que lo hace ver todo lo que su pequeña hoy es, pero se refleja en sus ojos, cada vez que los temas de conversación los inicio yo y para estas alturas ya contemplo argumentos.
Pero, papá... cuentame otra vez esa historia tan bonita..., aunque camino sola, y avanzo hacia lo que se dibuja como una vida propia, necesito a mi papá, necesito a aquel joven, a mi primer novio, te amé, te amo, y te amaré siempre, ¡sos mi mejor amor!.
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