lunes, 21 de julio de 2008

Mi papá, el tiempo y yo

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Mi viejo, aquel que no es viejo, pero la historia le pesa, sólo 44 años lleva consigo y ya pareciera que son el doble.


De pequeña solía ver a aquel jóven hombre como el más guapo, el más fuerte, el más inteligente, candidato perfecto para ser mi "primer novio", y lo fue, porque para mi suerte, él me econtraba la niña más linda y la más inteligente, asi es que no pasó mucho tiempo para que se conviertiera en mi gran amado.


Según mis recuerdos, así partió la mejor relación, él me leía los cuentos de la escuela, y aquellos que él consideraba necesarios leer, me cantaba... o pretendía hacerlo. Al salir de la escuela, entre las mamás que esperaban a sus criaturas yo hallaba a mi papá, solía correr hacia él, me llenaba de alegría verlo ahí, porque sabía que eso significaba dar un paseo en bicicleta. Llegabamos a casa y mi mamá ametrallaba con las preguntas típicas, ¿cómo te fue?, ¿qué hiciste hoy?, ¿traes tarea?, tras el interrogatorio, venía otra de mis felicidades, mi tazón con Milo, y mi eterno relato de todo lo que hice en la escuela, incluido lo malo, jamás pude esconderles nada.


Pasaron los años y los sistemas laborales y económicos cambiaron radicalemente, papá trabajaba más, lo veia menos, y mamá tuvo que salir a trabajar también, por lo que "el contrato de exclusividad" entre ellos y yo, había acabado. Pero me sentía feliz, porque ambos me dieron la tarea de ocuparme como hermana mayor, de las dos pequeñas que acompañaban mis días.


Aun así, las conversaciones eternas con mi papá, jamás cambiaron, esta vez, eramos tres pequeñas a su alrededor oyendo sus historias, las de jóven, la de aquel que corría escapando de alguna bala con destino a nada.


Hoy ya no es mi novio, pero es mi mejor compañero, ya no me acomodo en sus piernas, ni compartimos Milo, si no, un cigarro, ahora es mi viejo, con el que converso, con el que debatimos, con el que nos enfrentamos, con aquel hombre que no dice lo feliz que lo hace ver todo lo que su pequeña hoy es, pero se refleja en sus ojos, cada vez que los temas de conversación los inicio yo y para estas alturas ya contemplo argumentos.


Pero, papá... cuentame otra vez esa historia tan bonita..., aunque camino sola, y avanzo hacia lo que se dibuja como una vida propia, necesito a mi papá, necesito a aquel joven, a mi primer novio, te amé, te amo, y te amaré siempre, ¡sos mi mejor amor!.



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jueves, 17 de julio de 2008

¡Que no mueran!

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Nada ha muerto
sólo mi mirada
Desolada
Os digo que nada ha muerto
Que me jugué las cartas,
Los poemas
Y todo se carcome
Hasta la bestial soledad
El inencontrable muerto amor,
Que no vale la pena
Un vino tibio. Rojo
Alegorías
La puerta se ha cerrado.
De ahora referencias (Lira)
La multitud descomunal y subterránea, abate en oleaje su ímpetu de serpiente y ataca su fantasma y su palabra, como un toro la estrella ensangrentada. ( De Rokha)
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa. (Storni)
Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos. (Neruda)

Cuatro seres distintos, los que tal vez se hermanan por el dolor latinoamericano, la poesía, la revuelta de todo en nada. Lo dijeron con letras, con emociones, con la vida, vida que cansa, vida que mata, vida que sólo se mantiene en el recuerdo colectivo de aquellos que no mataron a quienes dieron luces de gloria y esperanza a la alicaída sensación de sobrevivir.Texto formulado a partir de poemas de: Rodrigo Lira, Alfonsina Storni, Pablo de Rokha y Pablo Neruda.


Trinidad Seguel
Estudiante de Periodismo
 

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